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Fue hace muchos años, tal vez más de los que me gusta recordar, fue un verano, el verano en que cumplí 18; mis amigos y yo decidimos festejar mi cumpleaños en la playa, específicamente Acapulco. ¡OH! Que días aquellos, esa mañana tomamos carretera, con destino a las mejores vacaciones de nuestras vidas o esa era la intención, olvidaba mencionarlo, está historia, se basa en hechos reales, por lo menos gran parte de ella; así que algunos nombres fueron cambiados, para proteger a los inocentes, si es que hay alguno en éste relato, entonces yo seré el guapo extranjero, mis compañeros de viaje serán Trix el trueno y el Koala del fut, primero pensé llamarlos cosa uno y cosa dos, pero un tal Dr. Seuss se me adelanto.

Pues bien, después de cinco terribles horas de carretera, al fin llegamos a nuestro destino, la tierra prometida o Acapulco que pa´l caso es casi lo mismo, en este punto de la historia cabe mencionar que Trix el trueno, era todo un Don Juan, todas las mujeres querían con él y él quería con todas ellas, créanme cuando digo todas, era con todas, no respetaba edad, raza, religión, ni credo, el Koala del fut, tampoco era mal parecido, pero era más selecto con sus conquistas, ya sé, se preguntaran ¿Eso dónde me deja a mí?

Definitivamente, justo hasta bajo de la cadena evolutiva, yo no pescaba ni un resfriado, ni estando en una cubeta llena de peces, lo cual hace está historia, todavía más inverosímil, fue el segundo o tercer día de nuestra estancia cuando la vi, toda la tarde estuve tirado en un camastro, en un balconcito que estaba justo al lado de la alberca, fue ahí cuando la vi con su bikini amarillo, su cabello castaño claro, sus pequitas y sus inocentes ojitos mirándome, como mira un perrito en la vitrina a los niños que pasan frente a ella.

Al principio pensé que era un error, tal vez mi imaginación o un poquito de los dos, pero al pasar de las horas ella continuaba mirándome, ninguna mujer fuera de mi mamá o mi maestra de matemáticas me había mirado tanto tiempo y con tanta atención, después un rato mi primo, perdón cosa uno, no perdón, el Koala del fut, bajo del balcón y se dirigió a un jacuzzi que estaba cruzando la alberca, yo también baje y lo alcance, no sin antes pasar por donde esta chica estaba, me miro y me grito: - Oye amigo, amigo ven –.

Me acerqué a ella y entonces pude notar que era solo una niña, y yo, yo era prácticamente un adulto, un hombre de mundo con mucha experiencia, en fin, sus pequeños y tiernos ojos me miraron mientras tiernamente me preguntaba:

- Amigo ¿Tú eres rockero?

- No soy medio música si te sirve

Continúe mi camino como si nada, al llegar con el Koala del fut me tomo de los hombros y me empezó a zarandear al tiempo que me gritaba. – ¿Qué te dijo?, ¿Qué te dijo? Nada le conteste, me pregunto que si yo era rockero, con gran insistencia me pregunto -¿Y qué le dijiste pedazo de animal? Que no, conteste sin darle importancia al asunto.

Más tarde ese día llegaron a la alberca unas chicas grandes de mi edad, olvide el asunto de la pequeña, hasta en la noche que Trix y el Koala me dieron la regañisa de mi vida, al día siguiente en el lobby del hotel volví a encontrarme a la chica en cuestión se llamaba Erika o tal vez Berenice, pero como dije antes por motivos de seguridad solo la llamare la rockera, en ese momento quedamos de vernos más tarde para ir a cenar, pero el destino es cruel y siempre nos enamoramos justo de la persona que no justa de nosotros, ese día en la alberca vi a una de las chicas más grandes, que habíamos visto la tarde anterior, durante la tarde junte el valor necesario para invitarla a salir.

Cuando al fin lo logre me contesto: - No puedo, estoy esperando a mi novio - Fue cuando mire el reloj, me di cuenta que había dejado plantada a la rockera, corrí para tratar de alcanzarla, pero ya era tarde ella se había ido, las vacaciones terminaron, por su puesto regrese al siguiente verano, pero con peligro de que Joaquín Sabina ,me demande no había nadie en la alberca del siguiente verano, bueno claro que ese verano llegaron muchas chicas al igual que el siguiente y el que le siguió a ese pero todas tenían el mismo defecto, ninguna era mi rockera, es que ella tenía una extraña cualidad que cada año veo en menos chicas, gustaba de mí, más de veinte veranos han pasado desde ese día, hoy a mediados de febrero y muriéndome de frío, con los dedos congelados, mientras escribo estás palabras, sólo puedo preguntarme: ¿Dónde estará mi bella rockera? ¿Se acordará de mí? o ¿Me olvido como quién olvida un mal día? Si alguien la ve, díganle que la esperare en la alberca del siguiente verano.