Al verte de nuevo lo primero que pienso es...
¿Quién eres?
Que al cruzarte en mi camino haces fijar mi mirada.
¿Quién te crees?
Para poder despojarme de mí escudo sin arma alguna.
O ¿Qué clase de persona eres?
Para tomarme por sorpresa y provocar mi atención desde ahora.
¿Quién eres? Trato de encontrar la respuesta.
Por eso me fijo en tu ropa, la forma de caminar,
la buena actitud que tienes con los demás, sonríes,
noto la alegría que tienes al decir cada cosa,
eso no me dice nada.
Sólo espero el momento perfecto para encontrarnos
aquella oportunidad para verte de frente y preguntar tu nombre.
¿A dónde vas? ¿Qué llevas en tus bolsillos? ¿Fumas? ¿Tomas?
¿Haces el amor por las noches? ¿Tienes carro? tus hobbies.
Te sigo como un cazador por unos minutos sin que notes mi presencia;
me gustaría escucharte, conocerte, darme cuenta del tono de tu voz
y seguir preguntándote; ¿Dónde vives? ¿Qué haces al levantarte?
¿Qué te gusta comer? ¿A qué hora vas por le pan? ¿Cómo es tu familia?
¿Tienes hermanos? y otras cosas que me respondas.
Así pasan varias cuestiones por mi cabeza
y hoy, como otros días no logré descubrir tu identidad,
el problema sigue siendo que soy un desconocido
que le gustaría compartir tu mundo.