Ella quiere vestir de negro y leer a su gusto;
ejerce melodías después del té;
pretende mostrar un poco de rebeldía
dilatando temas paternales para disponer de sí misma.
Se encuentra con un amante bohemio
aunque él no use violín de pijama
o se acueste con flauta en transversal
pues su idea es dejar seco el chelo
y platicarle gota a gota bajo el oído.
Fuma, lo mira desde el balcón
ella no quiere seguir de veleta
ni comenzar una vida aburrida.
Desea amanecer a lado del río ingiriendo vino
tomada de la mano tal cual equilibrista,
a partir de ahí, decide arriesgarse.
No es cuestión de seguir un manual
algunas veces la educación no se lleva en la maleta;
ni es garantía de buenas costumbres,
transpira y circula entre las venas
cuando el amor avanza
al igual que tacones en la madrugada.